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DISCURSO
Autoridades, compañeros de corporación, queridos familiares de Federico Simón, invitados y amigos, señoras y señores:
Al significado objetivo de este acto, un homenaje merecido a un paisano, unimos el valor añadido de la exaltación de la ciudadanía, que no sólo es “la cualidad y derecho del habitante”, y “el conjunto de los habitantes de un pueblo”, sino también “el comportamiento propio de un buen ciudadano”. En esa última acepción, de modo especial, recordamos y premiamos a Federico Simón Cruz, porque son las actitudes, las posiciones personales, las relaciones sociales, las que convierten una existencia digna en un estilo de vida y en un espejo en el que todos nos miramos y reconocemos.
El liderazgo moral, tan necesario en todas las comunidades, no tiene formas, protocolos ni expresiones grandilocuentes. Tiene, básicamente, los acentos de la sinceridad, la honradez, la laboriosidad, virtudes que concurrieron en grado sumo, en nuestro paisano Federico, miembro de una generación sobre cuyas espaldas recayó la responsabilidad de recuperar una isla, castigada como todo el territorio, por un conflicto fratricida y una dura posguerra.
En este homenaje a una persona cuya ausencia conmovió a cuantos le conocimos, se integra toda una generación de hombres y mujeres que, desde la cultura del esfuerzo, devolvieron el pulso a su pueblo y, por tanto, a La Palma.
Creó la familia unida y ejemplar, que hoy le llora y cuida su memoria y su obra con esmero, y un amplio círculo de amistades de todas las condiciones que le recuerdan y dejó la estela de los hombres buenos, que van por la vida de frente, para dar en cada ocasión la mejor respuesta. Los compañeros de corporación que, en el pasado enero, aprobaron la apertura del expediente de honores, y los que me precedieron en el uso de la palabra, valoraron la abundancia y peso de sus méritos. Pero, aún así, no sobra recordar que Federico Simón Cruz fue un pionero de la emprendeduría – cuando el término no había entrado en la Academia de la Lengua – y que las bodegas Tamanca constituyen hoy una sólida empresa de gestión familiar, conocida y ponderada dentro y fuera de Canarias; que su nombre es sinónimo de excelencia y seña de identidad y prestigio palmero.
Yo quiero añadir una condición que se sobrentiende a las personas honradas y orgullosas de su origen: su amor y apego por las tradiciones, por los viejos usos y las buenas costumbres que definen a los pueblos singulares. Federico fue un palmero de raíz y de corazón. En ese carácter, la nominación del Terrero de Luchas de Las Manchas es también el reconocimiento a su sentido del patriotismo que, para ser fuerte y grande, tiene que empezar por la tierra donde se nace y se reposa para siempre. Con el ejemplo de la buena gente se ilumina el camino de las generaciones presentes y futuras y, desde la humildad, la sencillez y la generosidad, con la que nuestro convecino llevó toda su existencia, estamos todos obligados a cumplir con nuestras respectivas responsabilidades.
Este es un acto de estricta justicia que tiene como destinatario a Federico Simón Cruz, cuyo ejemplo debe cundir por los tiempos para hacer más amplio y luminoso el porvenir del pueblo al que tanto quiso. Muchas gracias.
Ciudad de El Paso, 2 de mayo de 2016
Sergio J. Rodríguez Fdez.
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