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"La Lagarta"

"La Lagarta"
"La Lagarta"

Llegaba la lagarta y teñía de marrón prácticamente todos los pinares desde El Refugio al Pinalejo de Los Canarios.

El pinillo era necesario para el empaquetado de los plátanos y, sobre todo, para dar trabajo a cientos de trabajadores del sur. Creo, casi sin margen de error, que la mayoría de la mano de obra campesina de pueblos como el de Fuencaliente se dedicaba a la recolección de pinillo. Cuando empezaron los empaquetados en cajas de cartón fue un duro golpe para muchos trabajadores que tuvieron que emigrar a Sáhara o Lanzarote. Se acababa el trabajo.

Era una labor dura. Se ascendía a lo más alto desde muy temprano, con rastrillo y cesto con agua y desayuno, para acudir a los remates que contrataban con los ayuntamientos empresarios que, primero, construían pistas de acceso. En la actualidad, siguen siendo esas carreteras las únicas que dan acceso al monte. Una de las más importantes partía de Jedey y subía a los remates, cerca del Hoyo de la Sima y Hoya Verrde, por Los Romanceaderos y Los Campanarios, construida por Melquíades Camacho.

Se cobraba por paca recogida que, colocada en empacadoras de madera, un gran timón prensaba el pinillo y generaba el volumen exacto. Las pacas eran trasladadas a los camiones en las pistas. Los pinilleros cobraban por paca conseguida.

Con anterioridad, el pinillo se transportaba en mulas que subían con sus arrieros desde muy temprano para poder dar dos o tres viajes al día con las pacas asidas a las albardas. Todos eran arrieros procedentes de Todoque, Triana o La Laguna que subían por Los Cinco Caminos y ascendían al monte por Tamanca y Las Vueltas. Cuando íbamos a la escuela, por la mañana, ya regresaban con su primer viaje las mulas con su peculiar cargamento de las pacas de pinillo hacia los almacenes que estaban, casi todos, en Tazacorte y Argual.

Pero llegaba la lagarta. Y no era buen pinillo. Los recolectores debían ascender mucho más para conseguirlo de buena calidad.

La lagarta es un bicho de mala pinta, molestoso, que picaba al cargar el pinillo cuando se acercaba a la espalda y los hombros. Pero el pinillo era necesario para la supervivencia. Todas las casas de estos pueblos del sur tenían animales, sobre todo cabras, que necesitaban el pinillo para cama y estiércol. Y había que ir a recogerlo con lagarta o sin lagarta.

Ahora hay algunos recolectores de pinillo que lo transportan en camionetas para granjas de ganado estabulado y como abono de las plataneras.

La lagarta nunca secó a los pinos. Además, como se clareaban los espacios, la fotosíntesis permitía que las plantas forrajeras de tajinastes, tagasastes, tederas o corazoncillos brotaran entre los pinos.

La lagarta apareció de nuevo. Estaremos algunos años con ella. Pero ahora no hay mulas ni empacadoras en el monte.

Primitivo Roberto Jerónimo Pérez

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