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Las Perseidas y el cometa Swift-Tuttle: una historia de descubrimiento basada en la casualidad

Perseidas: el vínculo entre meteoros y cometas revelado por Schiaparelli en 1862
La historia del descubrimiento de las lluvias de estrellas: Perseidas y casualidad científica

Cada mes de agosto, el cielo nocturno ofrece uno de los espectáculos astronómicos más esperados del año: la lluvia de meteoros de las Perseidas. Este fenómeno, visible desde distintos puntos del planeta y especialmente apreciado en lugares con poca contaminación lumínica como La Palma, tiene un origen que fue descubierto en el siglo XIX de forma inesperada.

Alejandra Goded, astrofísica y divulgadora del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), recuerda en un vídeo reciente cómo en 1862 se produjo un hallazgo clave para la astronomía moderna. Ese año, poco antes del pico de actividad de las Perseidas, se descubrió un nuevo cometa, posteriormente bautizado como Swift-Tuttle en honor a sus descubridores.

La coincidencia no pasó desapercibida para Giovanni Schiaparelli, astrónomo italiano, quien observó que la trayectoria del cometa era sorprendentemente cercana a la constelación de Perseo, desde donde parecen originarse las Perseidas. Esta proximidad llevó a Schiaparelli a plantear la posibilidad de que existiera una relación directa entre los cometas y las lluvias de meteoros, una hipótesis que ya había sido sugerida en el pasado, pero que hasta ese momento carecía de demostración científica.

Schiaparelli sabía que los cometas siguen órbitas elípticas alrededor del Sol, similares a las de los planetas, pero más alargadas. En el caso del cometa Swift-Tuttle, su trayectoria se cruza con la órbita terrestre, aunque afortunadamente no en el mismo momento. Esto permitió al astrónomo italiano deducir que los restos dejados por el cometa al pasar cerca del Sol eran los responsables de las lluvias de meteoros, al entrar en contacto con la atmósfera terrestre y desintegrarse por fricción, generando las características estelas luminosas.

Durante meses, Schiaparelli trabajó en cálculos complejos para seguir la órbita de las partículas responsables de las Perseidas. Finalmente, logró demostrar que estas seguían una trayectoria coincidente con la del cometa Swift-Tuttle. Por primera vez, se estableció científicamente el vínculo entre los cometas y las lluvias de estrellas, un descubrimiento que transformó nuestra comprensión de estos fenómenos celestes.

Este hito histórico recuerda que muchos de los grandes avances de la ciencia han nacido de la casualidad, pero también del trabajo constante, la observación precisa y la dedicación de quienes estudian el universo. Hoy, gracias a esos descubrimientos, podemos disfrutar con más conocimiento de la belleza natural de las Perseidas en nuestros cielos.

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