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| Guayanfanta: valentía y heroísmo de la mujer palmera - Historias y Leyendas de La Palma - Foto: Generada. |
La isla de La Palma, durante los siglos XV y XVI, fue escenario de intensos conflictos entre la población benahoarita y los conquistadores castellanos. Tigalate, destacó por la resistencia organizada de sus habitantes frente a las incursiones y ataques, manteniendo viva su cultura y su autonomía hasta los últimos momentos de la conquista.
Situado en el actual municipio de Villa de Mazo, Tigalate era un cantón de gran relevancia, gobernado por los hermanos Juguiro y Garehagua. Su nombre, que se ha conservado hasta hoy, refleja la importancia del pastoreo y la ganadería en la vida cotidiana aborigen. El territorio contaba con aldeas dispersas, manantiales y barrancos profundos, ideales para la defensa y la organización de la comunidad.
El patrimonio arqueológico de Tigalate es notable: en lugares como la Cueva de Belmaco se han hallado restos de habitación, enterramientos y encierros de ganado menor. Además, la presencia de petroglifos geométricos y colgantes prehispánicos evidencia la riqueza cultural del cantón.
La resistencia se caracterizó por el uso de cuevas, barrancos y montes inaccesibles como refugios y almacenes de víveres y ganado, y por ataques sorpresa que causaron bajas a los invasores, a pesar de la superioridad militar castellana. La tradición oral conserva relatos de líderes aborígenes que prefirieron luchar hasta la muerte antes que someterse.
Entre las figuras más destacadas de esta resistencia se encuentra Guayanfanta, hermana del guanarteme palmero Garehagua. Su nombre, que significa “orgullosa” o “espíritu de vanidad”, refleja su carácter. Durante una incursión de colonos, Guayanfanta fue capturada, pero se enfrentó con extraordinario valor a su captor, Jacomar. Según el cronista Abreu Galindo:
«Como los cristianos la cercaron, peleó con ellos lo que pudo y, viéndose acosada, embistió con un cristiano y, tomándolo debajo del brazo, se disponía a arrojarse desde un risco con él; pero otro cristiano acudió y le cortó las piernas, impidiéndole consumar su determinación».
Fernando Rodríguez Sánchez.



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